jueves, 21 de abril de 2016

Poesía triste.

Usted que hace de mis penas
Un manto de hojas.
Usted que transforma mi cuerpo
En una noche primorosa.
Usted que me desfigura
Las sombras quisquillosas de mi espalda.
Usted que le canta a mis jarrones,
Llenos de sangre y agua.
Usted que me mira el alma
Y me desviste la piel magullada.
Usted que siembra amapolas
En mi tierra muerta.
Usted que recoge las virutas
 De sueños perdidos en mi almohada.
Usted que me pinta gaviotas
En vuelo libre sobre mi cabeza.
Usted y solo usted,
Me hace ser quien soy.


domingo, 10 de abril de 2016

Yo me toco, tú me tocas.




…Aún tengo mis ojos cerrados, pero él sigue buscando la manera de que lo mire. Esta tan cerca que puedo sentir la delicia de su aliento en mis mejillas, así que no puedo evitar  sonreír. Besa suavemente detrás de mí oreja y traza una línea con su lengua que baja hasta mi pecho. Su mano baja lentamente por mi cintura y juega con el dobladillo de mi camiseta. Suelto un pequeño grito cuando su otra mano desciende por mí entre pierna. Escucho como se ríe y abro repentinamente los ojos. La oscuridad nos consume, pero alcanzo ver el destello en sus ojos, la sonrisa que aun lleva en sus labios y su pelo despeinado. Hostia, que es embriagador verlo así, solo quiero sentarme en su cara para que sonría de verdad. Opto por seguirle el juego, así que me quito mi camisa, dejándome el sujetador y  las bragas. Siento su mirada recorriendo cada milímetro de mi cuerpo y al ver que se aproxima hacia mí, me levanto. Sin dejar de mirarlo, me coloco en el otro extremo de la cama, alejada pero justo frente de él. Cierro mis ojos nuevamente, y pienso en aquel día en el cual tenía mis pezones en su boca, lamiéndolos y tirando de ellos fuertemente. El mismo el cual gimió mi nombre en todos los tonos cuando no paraba de chupárselo lentamente. El sonido de un suspiro me trae a la realidad y veo que está un poco más cerca. Lo examino y lo veo observando mis manos en mi entrepierna, esta tan excitado que ya la tiene dura. Con un hilo de voz me pide que me toque, le sonrió y le digo que se aparte. Cuando está ligeramente lejos abro las piernas de par a par y me quito mis bragas. Mis dedos viajan por mis muslos hasta llegar a mi clítoris, puedo sentir lo húmeda que estoy. Acaricio suavemente el área mientras lo miro fijamente, arqueo la espalda y me recuesto para que de donde está, me pueda ver mejor. Con la otra mano me quito el sujetador y me acaricio los pezones con la misma delicadeza con la que él lo haría. Lo escucho gemir y yo gimo a su vez, si hay algo que me produce placer sin duda es escucharlo gemir. Entro y saco algunos dedos mientras mis caderas forman un vaivén al conjunto de mis dedos. Sollozos salen de mi boca, seguido de su nombre; quiero que me toque el, que me acaricie lentamente y termine con su lengua en mi clítoris. No consigo llamarlo, mis piernas comienzan a tensarse y se me nubla la vida. No sé cuánto ha pasado desde que tuve el orgasmo, el sudor corre por mi pecho y mi rostro. Intento incorporarme, pero siento sus brazos rodeándome la cintura. ¿Me habré quedado dormida? Está completamente desnudo tumbado junto a mí, durmiendo tranquilamente. No puedo evitar sonreír, porque aunque no me haya tocado sé que ha disfrutado casi tanto como yo.