A quienes escuchan voces
Las
mañanas silenciosas,
Calladas
y frías
Me
dan deseos de vivir.
Parecería
como si ellos supieran
Que
su quietud danzante
Me
quita un peso del alma.
Las
hojas lloran en silencio
Parajillos
me miran al pasar.
Si
cierro mis ojos verdosos
Puedo
escuchar el agua correr,
Como
quien cotillea en un murmuro.
Tomo
asiento en la orilla
Y
me limito a respirar.
Las
olas besan mis pies
Quitándome
las pocas dudas que tengo
Y
se marchan dejando su esencia.
Alzo
mi voz a los cielos sin nubes
Aclamando
a quien quiera llevarse
Esas
voces que me atormentan.
No
son las aguas las que me ahogan
Si
no las voces que me alimentan
La
tristeza del alma.