Una luz tenue me levantó, ¿qué hora
será? Miro el reloj y son las 4:50 de la madrugada de algún martes. Me volteo
para verlo plasmado, la obra de arte más bella del mundo; el. Esta dormido
profundamente, debido a su insomnio es cosa de celebrar así que lo dejo dormir
y tomo el abrigo que hay en el suelo. El bonito abrigo color azul de rayas que
tanto me encanta, el mismo abrigo que horas antes me quito con la ternura y
pasión de dos amantes. Una pequeña sonrisa brota de mis labios y continúo para
la sala, atravieso el pasillo forrado de fotos. Fotos de él, fotos mías, fotos
familiares, sus pinturas, llego a la cocina y miro por la ventana, ya casi
amanece. Me sirvo un poco de agua en mi taza con forma de gato, en la mesa de
la sala están las copas y el vino de anoche.
El estaba sentado en el sofá, con su
camisa color negra y sus mahonés grises. Con la mitad de la copa vacía me
miraba indescifrablemente. Yo estaba sentada en el suelo cerca de la chimenea,
usaba mi lindo vestido de flores junto a su abrigo color azul de rayas y el
pelo alborotado (como siempre).
-¿Qué te trae bailando en el cinturón de Orión? dice dándole el último sorbo a su copa.
- En lo bien que se te ven esos mahonés le contesto; seguido de unas miradas disfrazadas y unas cuantas risas me anime a contarle lo que me pasaba realmente.
-¿Qué te trae bailando en el cinturón de Orión? dice dándole el último sorbo a su copa.
- En lo bien que se te ven esos mahonés le contesto; seguido de unas miradas disfrazadas y unas cuantas risas me anime a contarle lo que me pasaba realmente.
-Hay días que el miedo me invade, mi vida era bastante simple antes de
tu aparición. Nada me quitaba el sueño, vivía viajando en mis libros y mis
prioridades era mantener con vida a mi pez y conseguir dinero al final de día
para poder sustentarme. Pero apareciste, de la nada, porque si y mi mundo fue
un caos. Cartas, besos, caricias, charlas, malos hábitos, terrible humor, un
artista, un genio, un sádico, un romántico, egocéntrico y niño. De eso se
componían mis pensamientos, pase de depender de cómo terminaba el final de un
libro a como terminaba cada una de sus palabras. Estaba enamorada como nunca
antes y eso me asustaba. Estoy enamorada de ti y todas tus mañas, pero quiero
que te quedes para siempre.
Podía verlo, la luz del fuego
enfocaba su rostro a la perfección, el silencio era agobiante. Permanecía
sentada de alguna forma extraña hasta que al fin lo vi caminar hacia mí; se
sentó junto y me miraba con ojos perdidos, tomo mi rostro en sus deliciosas
manos y me besó. Me besó despacio, permitiéndome respirar su aroma y saborear
su alma. Entre caricias, besos y suspiros terminamos en la cama, aún vestidos,
aún con ganas. Lentamente baja la cremallera del abrigo y me lo quita con esa
sonrisa de picardía, como un niño comenzando una travesura. Una vez que el
abrigo cae al suelo me mira y me dice “Te amo, mi pequeña niña y mi inmensa
mujer”
El resplandor del sol hizo que
retornara a la realidad, eran las 5:20 de la mañana y el seguía durmiendo. Abrí
la puerta del balcón para saludar a mi madre, danzaba en las olas y en los
rayos del sol, radiante como siempre. La playa estaba desierta, estaba desnuda
así como me gusta; decidí entrarme en ella así camine hasta la orilla del agua y
me senté. Me sentía viva pero me di cuenta que algo me cubría de pies a
cabeza; la melancolía. Lo quería, si lo miraba sabía que ese era el hombre al
que amaría por el resto de mis días y tenía miedo. Miedo a que el no sintiera
lo mismo, que no me viera como yo lo veo. Mi desfile de pensamientos fue
interrumpido por un cálido beso en la cabeza, mi artista de había levantado.
Traía una manta y un bulto, la extendió y cubriéndome me pregunto ¿Qué
haces medio desnuda con este frio sentada ahí? Necesitaba brisa con sabor a
playa, le dije. Se quedó junto a mi callado durante un rato. Vimos como del
océano brotaban las nubes y danzaban hasta llegar a lo más alto del cielo,
también, a lo lejos en el muelle vimos a una pareja sacar su pequeño bote para
pasar lo que parecía ser un excelente día.
Inesperadamente él toma mi mano y la
besa, me acerca a él y al oído casi susurrando me dice
- Jamás encuentro las palabras correctas para expresarte cuán importante eres, y cuando las encuentro se me pierde el coraje para decirlas. La otra noche vi tu alma desnuda, te vi a ti con todos tus miedos y con todo el amor que tienes, entonces supe nuevamente porque te escogí para pasar el resto de mis días contigo. Has estado en cada paso que doy, aun sabiendo que alguno de esos pasos me alejaba de ti. Fuiste mi brújula cuando me encontraba extraviado, mi amiga cuando deseo hablar de cosas que no te interesan y has sido toda una diosa para mí en aspectos que ambos sabemos. No soy muy bueno en esto, y sé que estas no son las palabras que deseas oír solo sé que te amo y lo haré hasta que mis ganas de plasmar tu sonrisa en un canva se vayan, hasta que me haya cansado de hacerte el amor, hasta el día en que me muera. Te amo, y no dejare que te marches de mi vida nunca.
El sonido de las olas cubría mis
sollozos, las lágrimas bajaban por mis mejillas y las palabras no me salían. Lo
mire y él tenía una inmensa sonrisa y sus ojos me miraban con ternura. Me quito
ambas mantas y del bulto saco su abrigo azul de rayas, me lo puso y me dijo:
-Quédate conmigo para siempre.
Y le dije:
-Me quedare contigo hasta en las
ocasiones que quieras estar solo.
Lo beso y le digo:
-Te amo, renacuajo
-Te amo, renacuajo
Me besa y me dice:
-Te amo, mi niña.
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