Director de mis sinfonías
perversas, sucias.
En la cama suena
un vals de cuerpos incorporados, sonsacando.
Aroma embriagador
por las esquinas del cuarto, puedo sentirte
Quiero tomarte.
Fundidos en un
furtivo oleaje, es un vaivén.
Donde la marea
sube, donde la marea baja.
El está ahí, en
tierra.
Yo estoy acá, en
aire.
Es hora de la última
pieza
y le damos
rienda suelta al deseo.
Me dejo ir en el
éxtasis de tus manos, de tu boca,
De tu lengua
danzarina.
El milagro
sucede, la música cesa
La marea baja.
El milagro ha sucedió
y todo fue exquisito.
La noche fue
testigo
Del vals que
bailan nuestras almas.
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