sábado, 7 de marzo de 2015

Doncellas de porcelana.

Andaba en su territorio, podía observarla desde la barra. Tenía dos grandes razones para estar allí, que lucían perfectas en aquel traje en encaje negro. Pedí otra cerveza, eran eso de las 12:30 am y ciertamente, aun no tenía ningún motivo para irme. Seis mesas a la izquierda, todas repletas de: parejas, mujeres, amigos; a mi derecha tenía: una mesa de billar, tocadores viejos con polvo y una que otra alma muerta en el piso intoxicada en recuerdos y, por supuesto, en alcohol. No dejaba de mirarla, se veía jugosa, excitante, se me antojaba, la quería desnuda en la alfombra de mi casa. “Dejémonos de pendejaces, tendrás que conformarte solo con su imagen” me decía a mí mismo convencido de que la noche no jugaba a mi favor. Pague y deje 20$ de propina por aquellas dos buenas razones que me habían dejado loco desde hace algunas semanas, camine fuera del bar y para mi sorpresa era una noche fría. Demonios, noche fría, un poco ebrio...¡Maldición, de seguro no era mi noche! Decidido a aceptar que pasaría la noche mirando alguna revista pornográfica se estaciona un taxi para llevarme a casa, me dirijo a abrir la puerta y para mi sorpresa, la chica del vestido negro con encajes sube a mi taxi.

-Disculpa, pedí este taxi para mí. Dije sin pretender disimular en mi rostro la alegría.
-Supongo que cabemos los dos, ¿no? No eres gordo, de seguro cabes perfectamente.
Su voz era de mujer, tono firme y a la vez juguetón. Tarde varios segundos en asimilar la situación, no fue hasta escuchar su “¿y bien?” que decidí sentarme junto a ella. Pasaron 43 minutos y todo permanecía en silencio, solo se escuchaba los charcos al pasar el auto hicimos una parada en una pequeña plaza.
-Te he visto echándome el ojo, como alcohólico a un trago. Dijo ella en tono burlón, no supe que contestar y no era por vergüenza solo que no quería sonar como todo un cabron admitiendo que la veía y se me antojaba un orgasmo. Así que solo me encogí de brazos y le eche una mirada, ella la devolvió y le dijo al conductor “¿aquí nos bajamos, cuanto le debo?” Ahí me encontraba en medio de una plaza a la cual nunca había ido con una de las mujeres más solicitadas en la posada de La Tertulia; analizar mis opciones me parecía lo más prudente así que, podía irme a mi casa comer alguna comida recalentada, la revista después de todo me esperaba debajo de la cama en algún rincón. Podía ir a un burdel, pagar lo que tuviera encima y tener algo mejor que una revista, o podía simplemente bajarme con la deliciosa aventura que tenía sentada a mi lado así que pague el taxi y salimos. La calle estaba desierta al igual que la plaza, era alumbrada por algunos postes con una luz tenue había una pequeña fuente en el medio rodeada de algunos tiestos con flores. A lo largo habían pequeños apartamentos con luces afueras algunas color neón otras simplemente blancas, trate de descifrar que hacíamos ahí pero ella lo contesto cuando se dirigió a uno de los apartamentos.

-Aquí es donde vivo, aquí es donde trabajo. Te lo aclaro ya que tenías los ojos perdidos preguntándote que hacemos aquí.
-Creí que solo eras mesera en la posada. Dije con algo de timidez.
Mientras entramos ella se iba quitando la ropa, lo hacía de forma fría sin esperar ninguna caricia que le inspirara un gemido, un beso, nada. La miraba desde la esquina de la puerta, ella iba dejando caer su traje, se quitó los zapatos altos y se detuvo antes de quitarse más.
-Si no estás aquí para follarme ¿entonces a que viniste?
-Quisiera ver la belleza que hay en ti.

Esas palabras salieron de mi boca sin pensarlo, sin consultarlo antes con mi cabeza o tan si quiera con la erección que tenía. Soltó una leve risa, puso sus nalgas grandes en su cama y me dijo:
-La belleza de soportar a todos los idiotas con sus piropos y sus aburridas maneras de llevarte a la cama, la belleza en que a veces terminan ellos pero yo no, la belleza en que debo lucir fresca y joven solo para ellos, la belleza de que debo quitarme la ropa y acostarme con personas que físicamente no se me antojan, la belleza en que debo provocar orgasmos cuando ni yo quiero tener uno. O tal vez te refieras a la belleza de sentirme como reina, como diosa cada vez que puedo chupárselo a cualquier hombre y dejarlo loco, la belleza de sentir que estoy conforme con mi cuerpo, la belleza de ser la atención de todos ellos cuando llego, la belleza de ser la causante de tus pensamientos sucios y tu erección. Esa es la verdadera belleza de mi vida. Podría tratar de explicarte porque soy lo que soy, pero no tendría caso. Al final de la noche no me interesa tener la aprobación de nadie, solo la satisfacción que en porciones verdes.

Cabellera color tierra, larga como el cielo, alborotada el mar. Le caí de forma danzante por la espalda como agua en cascadas. Lluvia de lunares y pecas por todo su ser, pequeñas raíces en sus caderas; del color de la luna menguante que iluminaba su rostro esa noche. Tenía la mirada de una diosa robando almas y dejando cuerpos. La tenía desnuda frente a mí y ya no quería seguir perdiendo el tiempo, la tome sin sutilidad ni protocolos. Ella reaccionaba con un vaivén de caderas a los besos y caricias que le daba más abajo de su ombligo, sus tetas se ponían duras al contacto de mis dedos y podía sentir la humedad que brotaba desde el fondo de su alma. Gritando el nombre de los dioses, montada como jinete terminamos el perfecto acto de provocar una ronda de orgasmos.

Cuando me desperté eran las 3:52 de la madrugada ella roncaba a mi lado así que no quise despertarla. Me quede sentado buscando mi ropa, pensando en que quería marcarla hacer que esta noche la recordara por el resto de sus días. Abrí el cajón que tenía la mesita de noche y habían: algunos condones, fotos, papel y un bolígrafo. Le deje una nota, que decía:

“Mi doncella perdida, doncella de porcelana:

Don de embriagar con la mirada
Vas caminando apoderándote de almas
Cuerpo iluminado
Por la sonrisa del diablo
Caderas mágicas que hechizan
Brindando placer de día y de noche
Doncella de cuerpo ligero
Haciendo estruendo según su paso
Eres vida, eres el más delicioso orgasmo.



Te he hecho el amor de la mejor forma que se, dejándote esta nota para que podamos hacerlo todas las noches.”

No hay comentarios.:

Publicar un comentario