Andaba en su territorio, podía
observarla desde la barra. Tenía dos grandes razones para estar allí, que
lucían perfectas en aquel traje en encaje negro. Pedí otra cerveza, eran eso de
las 12:30 am y ciertamente, aun no tenía ningún motivo para irme. Seis mesas a
la izquierda, todas repletas de: parejas, mujeres, amigos; a mi derecha tenía:
una mesa de billar, tocadores viejos con polvo y una que otra alma muerta en el
piso intoxicada en recuerdos y, por supuesto, en alcohol. No dejaba de mirarla,
se veía jugosa, excitante, se me antojaba, la quería desnuda en la alfombra de
mi casa. “Dejémonos de pendejaces, tendrás que conformarte solo con su imagen”
me decía a mí mismo convencido de que la noche no jugaba a mi favor. Pague y
deje 20$ de propina por aquellas dos buenas razones que me habían dejado loco
desde hace algunas semanas, camine fuera del bar y para mi sorpresa era una
noche fría. Demonios, noche fría, un poco ebrio...¡Maldición,
de seguro no era mi noche! Decidido a aceptar que pasaría la noche mirando
alguna revista pornográfica se estaciona un taxi para llevarme a casa, me
dirijo a abrir la puerta y para mi sorpresa, la chica del vestido negro con
encajes sube a mi taxi.
-Disculpa, pedí este
taxi para mí. Dije sin pretender disimular en mi rostro la alegría.
-Supongo que cabemos
los dos, ¿no? No eres gordo, de seguro cabes perfectamente.
Su voz era de mujer,
tono firme y a la vez juguetón. Tarde varios segundos en asimilar la situación,
no fue hasta escuchar su “¿y bien?” que decidí sentarme junto a ella. Pasaron
43 minutos y todo permanecía en silencio, solo se escuchaba los charcos al
pasar el auto hicimos una parada en una pequeña plaza.
-Te he visto
echándome el ojo, como alcohólico a un trago. Dijo ella en tono burlón, no supe
que contestar y no era por vergüenza solo que no quería sonar como todo un
cabron admitiendo que la veía y se me antojaba un orgasmo. Así que solo me
encogí de brazos y le eche una mirada, ella la devolvió y le dijo al conductor
“¿aquí nos bajamos, cuanto le debo?” Ahí me encontraba en medio de una plaza a
la cual nunca había ido con una de las mujeres más solicitadas en la posada de
La Tertulia; analizar mis opciones me parecía lo más prudente así que, podía
irme a mi casa comer alguna comida recalentada, la revista después de todo me
esperaba debajo de la cama en algún rincón. Podía ir a un burdel, pagar lo que
tuviera encima y tener algo mejor que una revista, o podía simplemente bajarme
con la deliciosa aventura que tenía sentada a mi lado así que pague el taxi y
salimos. La calle estaba desierta al igual que la plaza, era alumbrada por
algunos postes con una luz tenue había una pequeña fuente en el medio rodeada
de algunos tiestos con flores. A lo largo habían pequeños apartamentos con
luces afueras algunas color neón otras simplemente blancas, trate de descifrar
que hacíamos ahí pero ella lo contesto cuando se dirigió a uno de los
apartamentos.
-Aquí es donde vivo,
aquí es donde trabajo. Te lo aclaro ya que tenías los ojos perdidos
preguntándote que hacemos aquí.
-Creí que solo eras
mesera en la posada. Dije con algo de timidez.
Mientras entramos
ella se iba quitando la ropa, lo hacía de forma fría sin esperar ninguna
caricia que le inspirara un gemido, un beso, nada. La miraba desde la esquina
de la puerta, ella iba dejando caer su traje, se quitó los zapatos altos y se
detuvo antes de quitarse más.
-Si no estás aquí
para follarme ¿entonces a que viniste?
-Quisiera ver la
belleza que hay en ti.
Esas palabras
salieron de mi boca sin pensarlo, sin consultarlo antes con mi cabeza o tan si
quiera con la erección que tenía. Soltó una leve risa, puso sus nalgas grandes
en su cama y me dijo:
-La belleza de
soportar a todos los idiotas con sus piropos y sus aburridas maneras de
llevarte a la cama, la belleza en que a veces terminan ellos pero yo no, la
belleza en que debo lucir fresca y joven solo para ellos, la belleza de que
debo quitarme la ropa y acostarme con personas que físicamente no se me antojan,
la belleza en que debo provocar orgasmos cuando ni yo quiero tener uno. O tal
vez te refieras a la belleza de sentirme como reina, como diosa cada vez que
puedo chupárselo a cualquier hombre y dejarlo loco, la belleza de sentir que
estoy conforme con mi cuerpo, la belleza de ser la atención de todos ellos
cuando llego, la belleza de ser la causante de tus pensamientos sucios y tu
erección. Esa es la verdadera belleza de mi vida. Podría tratar de explicarte
porque soy lo que soy, pero no tendría caso. Al final de la noche no me
interesa tener la aprobación de nadie, solo la satisfacción que en porciones
verdes.
Cabellera color
tierra, larga como el cielo, alborotada el mar. Le caí de forma danzante por la
espalda como agua en cascadas. Lluvia de lunares y pecas por todo su ser,
pequeñas raíces en sus caderas; del color de la luna menguante que iluminaba su
rostro esa noche. Tenía la mirada de una diosa robando almas y dejando cuerpos.
La tenía desnuda frente a mí y ya no quería seguir perdiendo el tiempo, la tome
sin sutilidad ni protocolos. Ella reaccionaba con un vaivén de caderas a los
besos y caricias que le daba más abajo de su ombligo, sus tetas se ponían duras
al contacto de mis dedos y podía sentir la humedad que brotaba desde el fondo
de su alma. Gritando el nombre de los dioses, montada como jinete terminamos el
perfecto acto de provocar una ronda de orgasmos.
Cuando me desperté
eran las 3:52 de la madrugada ella roncaba a mi lado así que no quise
despertarla. Me quede sentado buscando mi ropa, pensando en que quería marcarla
hacer que esta noche la recordara por el resto de sus días. Abrí el cajón que
tenía la mesita de noche y habían: algunos condones, fotos, papel y un
bolígrafo. Le deje una nota, que decía:
“Mi doncella
perdida, doncella de porcelana:
Don de embriagar con
la mirada
Vas caminando
apoderándote de almas
Cuerpo iluminado
Por la sonrisa del
diablo
Caderas mágicas que
hechizan
Brindando placer de
día y de noche
Doncella de cuerpo
ligero
Haciendo estruendo
según su paso
Eres vida, eres el
más delicioso orgasmo.
Te he hecho el amor
de la mejor forma que se, dejándote esta nota para que podamos hacerlo todas
las noches.”
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