Había sucedido lo usual, aquel beso termino envuelto
entre las sabanas verdes que vestía mi cama. 4:56 am y permanecíamos allí charlando sobre cosas que no tenían importancia, el lucia maravilloso con el
cabello revuelto. Como si leyese mis pensamientos me dijo
-Si me continúas mirando así jamás saldremos de esta
cama. A lo que le respondí con un guiño y ambos soltamos una risa. Sus dedos
jugaban con mi enredado cabello un ruidoso silencio invadió la habitación, solo
se escuchaba el sonido de las olas y el viento que las acompañaba. Casi consigo
entrar en un profundo sueño cuando lo oí hablar nuevamente
-No duermas, quiero que me acompañes afuera
-¿Afuera? Mi amor, son las 5 de la mañana.
-Eso jamás nos ha detenido, además, quiero pasear y
charlar. La luz del amanecer siempre enmarca tu rostro como una obra de arte.
Sabía que sin importar que estuviera cansada, que
fueran las 5:10 de la madrugada o que afuera hiciera mucho frió me levantaría a
complacer su pequeño capricho. Después de aquellas palabras ¿Cómo decirle no?
Me puse mis bragas, un pantalón de pijama y un suéter para cuando logre
controlar lo que parecía un matojo él ya se había ido. Baje y sin ponerme los
zapatos salí a saborear el exquisito aroma a sal. La arena se me metía entre
mis dedos, la brisa destruía los intentos que mantener junto mi cabello; las
olas eran revoltosas y en la playa no había una sola alma todo estaba
silencioso. Mire por todos lados y no lo veía así que decidí dar un paseo sola.
Camine durante mucho tiempo, miraba el reloj que tenía en la muñeca y marcaban
las 5:20. ¡Aquello era imposible! Llevaba caminando al menos 25 minutos ¿Cómo es
posible que solo hayan pasado diez minutos desde que salí de la casa? Decidí
sentarme en la orilla lo cerca para que el agua mojara mis pies, observe lo que
me rodeaba con más detenimiento. Cerré los ojos y deje que el sonido de las
olas me consumiera, sentía gotitas en mi rostro, frías cuando soplaba el
viento. Sentía como todo me iba subiendo aquella caja donde había metido todos
mis problemas ahora se abría y no precisamente con suavidad. Lo hacía a toda
prisa, todo era muy confuso y solo conseguí ponerme a llorar. Intentaba
detenerme sentía que él podía llegar en cualquier momento y encontrarme así, le
había prometido que estos episodios ya habían terminado. Una horrible sensación
de que me miraban hizo que saltara de un golpe y a mi lado había una figura,
una mujer. Tenía su cabello largo y ondulado, sus ojos eran tristes y verdes; parecía
algo confusa pero antes de yo decir algo ella hablo
-No deberías esconderte, quizás el piense que todo está
bien pero se dará cuenta que algo anda mal.
No sabía quién era la mujer que tenía en frente, no sabía
porque motivos estaba allí junto a mi o porque intentaba descifrar que era lo
que me sucedía. Pasó por mi cabeza levantarme e irme, al fin y al cabo no tenía
por qué darle explicaciones a una completa extraña, pero en su lugar dije
-No, no se dará cuenta. Estas cosas él no las nota..
No las que notar. Son tonterías.
-Sabes que eso es una mentira que has conseguido
creerte durante todo este tiempo, él lo nota todo. Hasta lo más pequeño.
Consigue hacer que poco a poco se lo digas de maneras inexplicables, siempre lo
ha conseguido. Excepto esta vez. ¿Qué ha cambiado?
-¿A qué se refiere?
-Has pasado días, quizás meses guardándolo todo.
Sales, tomas una que otra cerveza o quizás más de la cuenta, ya no escribes. ¿Por
qué él no ha intervenido? ¿Qué es diferente esta vez de aquella en la cual casi
te consume tu baja autoestima?
Recordaba aquella vez. Sentía que mi mundo se venía
abajo por mis kilos de más, quería que él tuviera una pareja perfecta. Aquella
que le gustara lo que a él pero que también pudiera presumir o de la cual
sentirse orgullosa. Quería que sintiera eso que siento cada vez que le contaba
a alguien sobre él y lo talentoso y hermoso que era. Aquel día fue horrible
pero del abismo ruidoso me saco el, diciéndome que no necesitaba una persona
que fuera su gemela o que fuera una modelo. Me quería a mí. Quizás en aquella ocasión
me pareció suficiente esa respuesta pero ahora, cuando todos sus miedos estaban
apoderándose mí necesitaba algo más, algo que me convenciera realmente.
-No lo sé…. No puedo esperar que él me diga el
porque me ama o que me elige a mi cada vez que mi caja de problemas decide
atormentarme. No puede, no puedo. No quiero perderlo y si continuo ahogándolo con
mis miedos se terminara yendo de mi lado y no poder vivir con eso. Terminare odiándome
el resto de mis días por alejar a la única persona que ha estado aquí, sacándome
de mis embrollos emocionales. La única persona que me conoce tan bien como para
hacer que me ame aunque sea un poco cada día. No puede verme así…
Nuevamente me encontraba llorando, lloraba con todas
mis fuerzas. Lloraba porque no sabía que me sucedía, porque tenía un hombre que
me amaba y aun así dejaba que mis miedos me dominaran, lloraba porque no conseguía
como parar esto. Sabía que si no encontraba la manera de lidiar con esa parte
de mi acabaría sola. La mujer acaricio mi cabello en forma de consolación,
espero a que yo tomara un poco de aire y con una voz delicada y suave dijo
-Quizás buscas que te diga que él lo tendrá todo
contigo o que quizás eres exactamente lo que el merece, que debes estar segura
de ti y que cuando te levantes de aquí serás una mujer nueva. Pues no, no será así,
o al menos no así de fácil. Deja que te diga una cosa, aquella vez que se fue y
tuvo la oportunidad de irse con alguna mujer hermosa o modelo como bien dices
¿lo hizo? –hice un movimiento de cabeza indicando que no- ¡Al contrario! Volvió,
volvió porque en ti vio el mundo que solo él puede ver. Volvió porque te ama.
No necesitas más explicaciones o razones, yo sé que te ama porque hace dos años
nos amaba igual. Todo en esta vida será difícil si así lo deseas.
El mundo parecía dar vueltas, deje de escuchar el
mar, las aves, deje de sentir la arena bajo mis pies. Ya no estaba en la playa,
si no en mi casa. Baje las escaleras aturdida y al llegar a la sala pare en
seco. Estaba el en la sala acercándosele al oído de una mujer. Tuve que hacer
mil milagros para conseguir escuchar lo que él le decía.
-Fuiste mi brújula
cuando me encontraba extraviado, mi amiga cuando deseo hablar de cosas que no
te interesan y has sido toda una diosa para mí en aspectos que ambos sabemos.
No soy muy bueno en esto, y sé que estas no son las palabras que deseas
oír solo sé que te amo y lo haré hasta que mis ganas de plasmar tu sonrisa en
un canva se vayan, hasta que me haya cansado de hacerte el amor, hasta el día
en que me muera. Te amo, y no dejare que te marches de mi vida nunca.
La playa, la arena, los pájaros, todo volvió
a su normalidad. Cuando abrí mis ojos la mujer ya no estaba a mi lado. Y fue
que entendí que había pasado todo ese tiempo charlando con la persona que solía
ser, recordándome que todavía era. Recordándome aquellas palabras que él me había
dicho hace dos años en la sala de nuestra casa de playa. Mire mi reloj y
marcaba las 5:25. Camine de vuelta a la casa esperando verlo y contarle todo lo
que me había sucedido en, según mi reloj, quince minutos. Al entrar me quite el
pantalón de pijama que traía estaba todo mojado. Subí a la habitación a ver si
me había jugado una broma y se había quedado dormido pero no estaba allí, solo
el rastro de lo que habíamos hecho horas antes. Al bajar fui a la cocina para
marcarle y encontré una pequeña nota junto a una taza de chocolate caliente.
Tome ambas cosas y me dirigí hacia el sofá, el mismo donde hace un tiempo atrás
me había quitado el alma para verme desnuda. Le di una probada al chocolate al
parecer ya no era caliente así que lo deje en la mesita y me concentre en leer
la notita.
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