Oigo mi nombre
Entre gemidos y sollozos.
Sus labios húmedos visten mi
piel,
Y yo allí permanezco embriagada
Por la noche, su aroma y el
viento.
Floto como aura encima de su
cama
Sintiendo como sonreía entre
mis senos.
Esbozaba mi cintura y también,
mis curvaturas;
Yo era su boceto, siempre
suyo y siempre desnudo.
Estaba allí, dentro de mí y
del mundo
Haciéndome sentir corriente
de mar inquieto.
Era el clímax perfecto, pues
el llevaba
Un poquito de mí ser en su
cuerpo
Y yo guardaba el sabor de su
alma.
Los viernes nos conjugábamos
Para los sábados tener de
que charlar
En las mañanas donde el café
calla.
Era yo su vida, y él mi razón.
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