lunes, 11 de julio de 2016

Fragmentos de mi diario.



Llueve sin parar y el auto ha absorbido el olor al whisky que he derramado en el asiento. Mi maquillaje esta esparcido por mi rostro, no sé cuándo he comenzado a llorar, quizás son los efectos secundarios de beberme esta cosa barata (señalando el whisky.) Dicen que para ser poeta es necesario tener alguna tristeza interminable, a mí me parece un cliché absurdo y sin relevancia. Pero lo gracioso del asunto es que aquí estoy, sentada en mi auto intentando descifrar cual es el factor detonador de mi tristeza. Pueden ser los problemas en casa, hay tanta frialdad en ella que cada vez que camino sin zapatos termino sangrando. O puede ser la falta de concentración al hacer las cosas, quizás por eso termina todo saliéndome mal (toma un pequeño sorbo.) Quizás debería de dejar de buscar que causa la tristeza y comenzar a buscar las salidas de emergencia ¿pero cómo puedo buscar algo en una habitación con los ojos vendados? Puedo salir y sumergirme dentro de la lluvia, dejar que moje mi cabello y mis pies, provocando que me enferme algunas semanas; o simplemente puedo mirar el desastre natural desde aquí, y admirarlo sin saber cómo entrar en el. El cielo llora fuera del auto y lloro dentro de el, descontroladamente, con la misma fuerza que el viento sopla afuera. Se me acaban las ideas para salir de este círculo vicioso con la poca vida que me queda, y puede que solo este dramatizando (o he leído muchísimo a Sylvia Plath) pero así se siente. Dicen que para que una estrella nazca una nébula gaseosa debe colapsarse, y yo me colpaso con el alcohol barato a ver si cuando me despierte soy finalmente una estrella.

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