Desmesuradas, atezadas, con vitolas de combate.
En las tinieblas hacen su jornada por las curvaturas
de mi cuerpo.
A veces sutiles, a veces ásperas pero siempre con el
mismo objetivo; dar amor en cualquier connotación.
Se filtran en mi piel, así como en el ocaso el sol
penetra en el agua.
¡Bendita sean! ¡Bendita sean esas manos!
Tienen el don de hacerme surcar, amar y pecar.
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