Un silbido sale de
las botellas añejadas bajo la cama,
Y la silueta de lo
que pudo ser prende un cigarrillo.
Lúgubres desfiles en
las tardes,
Donde las quejas son
el primer acto.
Las quejas de lo que
nunca paso
Y de lo que nunca
seré.
Acostada en la bañera
con otra copa de vino,
Y algunas pastillas
para dormir.
Ahogándome en el
vacío que emanan mis promesas.
“Todo estará bien” me
decía “es solo una etapa”.
Cicatrices de
inquilinas, arrojándome
A un acantilado sin
fondo.
Adentro llovía todos
los días y ya no sabía
Si me bañaba o me
ahogaba.
No dormía ni comía,
Era un cuerpo vacío
vagando entre vivos.
Ilusa la persona que
creía poder salvarme,
Absurdo el pensar que
podía salir de eso.
Estaba en aquella
tina contemplando desde mi ventana,
El vestido que me
tejía la luna y allí,
Entre recuerdos,
pastillas y alcohol
Quise dejarme ir;
liberarme de todo el suplicio,
Que jamás me dejo
vivir.
Así que recite las
últimas palabras,
Antes de dejar esta vida
“Al fin, el fin”.
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