Amara se sienta con su
vestido negro,
Su ondulado cabello le cae
por el rostro.
Tiene un par de ojos tristes
pintados de verde
Y la sonrisa un tanto
oxidada.
Amara me mira, esperando que
entre en la tina.
Enjuaga mi piel mientras me
charla.
Dice que debo aprender más
cosas,
Que me estoy volviendo un
poco tonta.
También dice que el vestido
no me sube
Y que tengo muchas marcas en
la cintura.
Amara se deshace de su
vestido negro
Y delicadamente suelta su cabello.
Entra conmigo en la tina y
se recuesta,
Entrelazando sus piernas con
las mías.
Amara es malditamente
preciosa.
Lunares y pecas adornan su
piel
Y su pequeño cuerpo es algo
divino.
Me sigue recordando todo lo
que no soy
Y de momento no siento el
aire.
Y de momento, no sé quién
soy.
Amara se ríe y se ríe sin
parar.
Sabe que me duele y que me
hace daño
Le pido que se calle y que
se vaya.
Y ella solo se queda ahí,
Mostrándome su mejor
sonrisa.
La tomo entre mis manos y la
aprieto
Sin saber por dónde, sin
medir cuan fuerte.
El miedo se evapora
lentamente
Y para cuando abro mis ojos
Amara no está.
Comienzo a mirar por doquier
Cuando una voz llama mi atención
“Buen intento, bonita, buen
intento.”
La voz retumbaba dentro de
mi cabeza
Y por razones inexplicables
llegue a mi cuarto
Donde Amara yacía acostada
en la cama.
Y comenzamos de nuevo.
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